PRÁCTICA 2. AUTOBIOGRAFÍA LECTORA Y AUDIOVISUAL.
Nadie imaginó aquel 14 de marzo de 2020 todo lo que se nos venía encima. Meses y meses de confinamiento en los que todos tuvimos que buscarnos una vía de escape que nos ayudase a sobrellevar nuestro encierro. La mía fue la lectura. Hasta entonces nunca me había parado a leer un libro más allá de los que nos mandaban en clase, por lo que adentrarme en el mundo de la literatura fue todo un reto para mi. Por suerte ese año tuve a mi particular Miss Honey, quien vía telemática me fue recomendando varios libros que me ayudaron a querer seguir leyendo por mi cuenta. El primero de todos fue Marina de Carlos Ruiz Zafón, o mi obra tocaya, como lo llamó mi profesora. "¿A quién no le gusta un buen misterio y una historia de amor?", me dijo al final de una clase cuando le pregunté por algún libro para pasar el rato. Y fue con Óscar y Marina con quienes consiguió engancharme completamente y que a la semana siguiente le estuviera pidiendo más. Al ver que ese me gustó siguió con El efecto Frankenstein, que tampoco defraudó. Quizá le demostré tanta emoción que me vio capaz de empezar con la poesía, pero lo cierto es que Aquella orilla nuestra (si bien no voy a mentir y diré que más de una vez le he robado algunos versos a Elvira Sastre) no consiguió ganarme tanto como lo hace la narrativa. Dándose cuenta de todo esto, mi profesora me vio preparada para una trilogía y apostó por un autor que ya me había gustado, haciendo que me enamorara de Daniel Sempere en la saga de la Sombra del Viento.
Todo ello me tuvo entretenida bastante tiempo, pero como era precisamente este el que nos sobraba, también aproveché aquellos meses para disfrutar viendo varias películas y series. La verdad es que no me compliqué y me volví a ver aquellas que prácticamente me sé de memoria. Volví a la infancia y a los hechizos con la saga de Harry Potter y me sentí la típica adolescente cada vez que Edward Cullen salía en la pantalla con Crepúsculo. Además, devoré la serie de Pretty Little Liars como si no supiera ya quién es A y volví a llorar con Llaó viendo Pulseras Rojas.
Y con todo esto aún me quedaba tiempo para aburrirme encerrada en casa.
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